Un hombre pensaba,
porque la mujer madura,
cambia su forma de ser
“su forma de pensar y vivir”.
La hace la vida de ser así,
la vida la cambia,
los hechos que tuvo,
“ los sentimientos que la marcaron”.
No todo es amor,
ni una vida de rosas,
hay dificultades amorosas,
“que son las espinas de las rosas”.
Entre otras cosas,
la responsabilidad de una casa,
ella es el equilibrio,
“para mantener una familia”.
Una familia generosa,
así son las cosas ,
superando los retos,
“imponiéndose a las adversidades”.
Valora más un susurro,
o un abrazo de cariño,
que a veces haciendo el amor,
“cuando es vacio ese momento”.
Es más por cumplir,
que por deseo de ello,
su vida es una rutina,
“ya no le llega sorpresa ninguna”.
Las alegrías son escasas,
se preocupa por todo,
aunque no le agradezcan nada,
“siempre dispuesta a todo de corazón”.
Pasa por varias etapas,
adquiere más responsabilidades,
esposa economista y madre,
“también a veces es madre y padre”.
Eso más la endurece,
la convierte en “dama de hierro”,
siempre tiene un único pensamiento,
“con Dios a la vida me aferro”.
Con pequeñas cosas se alegra,
lo más lindo sería un ramo de rosas,
ya no se recuerda que se siente,
“son tan escasas esas rosas”.
El matrimonio se hace rutina,
en la vida sola termina,
hoy y mañana,
“sola toda la semana”.
El día para descansar,
todos están en casa,
y ella para atender y limpiar,
“pero nadie lo sabe apreciar”.
No tiene tiempo para descansar,
todos hemos que aprender,
que son mujeres tan generosas,
“ son personas para tratarles con cariño y respeto”
Llenas de sentimientos,
no son esclavas,
como a veces las tenemos,
“y no las valoramos”.
Pero perdemos ese encanto,
y en vez de compañeras,
como esclavas las tenemos,
“no se merecen ese trato”.
Por ese motivo,
cambian tanto no valoramos,
y su corazón lastimamos,
“ellas piensan que no las amamos”.
Simplemente con un pequeño detalle,
las hagamos felices,
y vamos con ellas,
“paseando juntos para la calle”.
Valoremos y las hagamos felices,
ese amor de mujer,
amiga y madre,
“aunque sea con un simple detalle”.
Esperándonos como ángeles,
pero siempre están ahí,
fieles y constantes,
“para que nada nos falte”.
Pendientes de nuestra familia,
pendientes de todo
sufridoras por todo
“así son ellas siempre”.
Las sufridas esposas,
esas grandes mujeres,
que nos entregan la vida,
“que nos regalan su alma”.
Ellas sólo desean ,
viven solo por sentir,
un detalle un cariño,
“un te amo mi amor”.
Ya sea una esposa,
una madre sufrida,
ellas siempre son y serán,
«nuestros ángeles fieles guardianes».
Miguel de la Mancha
( poeta y escritor)