«Te digo»

Déjame decirte algo,
yo sé si es bueno,
esto que te digo,
“pero es mi gran verdad”.

Puede ser esto,
que te esté molestando,
pero este tu silencio,
“a mí me está matando”.

A veces me duele,
solamente el pensar,
que la distancia existente,
”me esté sacando de tu mente”.

Sólo deseo que nunca,
desapareciese este deseo,
porque sería un castigo,
“silenciar lo que te digo”.

El no poder decirte,
lo que siento por ti,
aunque te alejes de mí,
“mi corazón suspira por ti”.

Esos profundos suspiros,
es el aliento ,
se van perdiendo,
“al no llegarte entre susurros”.

Cada suspiro profundo,
que estoy sintiendo,
me recuerdan la realidad,
“que tú estás lejos de mí”.

Quisiese traerte para mí,
pero no es así,
hay una fuerza superior,
“y ya no depende de mí”.

Sólo deseo que sepas,
que yo estoy pensando
que te vas acercando
“muy lentamente hacia mí”.

A veces cuando habla,
el corazón enamorado,
es perder la razón ,
“la razón de amarte demasiado”.

Y que tú,
no sientas nada por mí,
yo estoy por ti,
“no sé cómo te lo voy a decir”.

Esto tan maravilloso,
lo que yo siento,
tan grande por ti,
“tan puro y tan hermoso”.

Aunque haya piedras,
grandes en el camino,
no conseguirán persuadirme,
“aunque tropiece con las piedras”.

A veces las piedras,
pueden ser grandes obstáculos,
pero la ilusión interior,
“pueden vencer cualquier dolor”.

Siempre y cuando que tú,
no me digas lo contrario,
ni nada ni nadie,
“me apartarán de lo que sientas tú”.

No me separarán de mi destino,
mi destino ansiado y deseado,
que es estar junto a ti,
“por tí y siempre para tí”.

Miguel de la Mancha
(poeta y escritor)

«Amor que naciò»

El amor que nació,
de los sentimientos,
de la forma más natural,
“de robarme el corazón”.

Sin saludarte,
no pude acercarme,
sin acercarme,
“no podía conocerte”.

Sin hablarte,
no podía extrañar tu voz,
sin susurrarte,
“no podía sentirte”.

Sin mirarte,
no podía verte ,
pero al oír tu nombre,
“ya podía llamarte”.

Al escucharte,
ya podía pensarte,
al marcharte,
“ya podía necesitarte”.

Al no escucharte,
ya podía desear tu compañía,
al no verte,
“debía imaginarte en mi mente”.

Aprendí a tener un pensamiento,
con mucho sentimiento,
con ese pensamiento,
“nació un sentimiento de amor”.

Ese sentimiento,
inundó mi corazón,
alegro mi existencia,
“dando sentido a mi vida”.

Ese sentimiento,
me lleno se ilusión,
me cambió la forma de vivir,
“rejuveneció mi corazón”.

Por eso mi amor,
con esta ilusión por ti,
nació este sentimiento,
“los sentimientos por ti”.

Algo muy bonito,
que se convirtió en amor,
sentirlos cada día,
“palpita más fuerte mi corazón”.

Rebosante de sentimientos,
convertidos en amor ,
que me llevan al deseo,
“de hacerte de tocar las estrellas”.

Por eso sin sentimiento,
no puede haber amor
y un amor sin sentimientos,
“es un amor tóxico”.

Sólo se traduce en lujuria,
por estar tan deseosos,
deseando de sentirnos,
“y gozarnos en todo momento”.

Los sentimientos y el amor,
para hacer una buena química,
serán complementados de pasión,
“un deseo insaciable de los dos”.

Pero en este caso,
es un deseo tan grande,
ese deseo insaciable ,
“de saber de ti siempre de tí”.

La dependencia de estar,
cerca de ti,
lo más lejos a tus lado,
“sintiéndome tan enamorado”.

Beber del manantial ,
que me ofrecen tus besos,
el sabor de tus labios,
“saboreando la miel de tus besos”.

Es mi mayor deseo,
así es mi amor por ti,
un amor tan profundo,
“este que siento por ti”.

Poder amarte tan profundo,
sin ninguna condición,
que me ames a mí,
“como te amo yo a ti”.

Miguel de la Mancha
(poeta y escritor)

» Cuestiòn de segundos»

No sabemos valorar,
que tenemos el mejor regalo,
tenemos vida para vivir,
“y normalmente no la sabemos vivir”.

Cuando somos jóvenes,
creemos que todo es alegría,
que la vida es siempre igual,
”que nunca se puede acabar”.

Es un “legado”,
que pasa desde los “ancestros”,
ya sea hombre o mujer,
“todos llegamos a este mundo a vivir”.

A veces en la vida,
no es la misma para todos,
unos nacen con estrellas,
“y otros nacemos estrellaos”.

Es la ley de la vida,
pero todos tenemos,
un mismo denominador común,
“no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”.

Cuando somos jóvenes,
se hace más de notar,
nuestros padres son pesados,
“porque se empeñen en regañarnos”.

Pero cuando nos faltan,
maldecimos el tiempo,
que los tratamos de ignorar,
”pero siempre están ahí para nosotros”.

Cundo vamos creciendo,
nos creemos superiores,
no nos acordamos,
”como sufrieron para criarnos”.

Cuando nos recordaban,
sus sacrificios por nosotros,
nosotros les decíamos,
”que nos lo echaran en cara”.

Pobrecitos de ellos,
sólo deseaban expresarnos ,
el dolor que sentían,
“sólo deseaban un simple cariño”.

No hay nada más ,
orgulloso para un padre,
que ver sus hijos realizados,
“y sentirse orgullosos de nosotros”.

Pero cuando llega el desprecio,
es un dolor muy agudo,
que no tiene calificativo,
“pero si causa un gran desprecio “.

Así pasa el tiempo,
poco a poco nos olvidamos,
después de todo el sacrificio,
“los dejamos viviendo en su suplicio”.

Pero un día no lejano,
en cuestión de segundos,
se les acaba el suplicio,
“se les acaba la vida”.

Después nos vienen los llantos ,
la tristeza contínua interminable,
pero nada nos calma el dolor,
“de nuestros remordimientos de ausencia”.

Después buscamos bonitos recuerdos,
pero estos son escasos,
los mejores momentos,
”se los negamos en todo momento”.

Por eso con unos segundos,
nos cambia la vida,
pero nosotros podemos cambiarla,
“con las contestaciones bien medidas”.

Ya no volverán jamás,
a reprocharnos en nada,
pero tampoco estarán ahí,
“para hacerlos felices sin fin”.

Por esto en esta vida,
ya sea con estrella ,
o estemos sin ellas,
“siempre nos estrellamos al renegar de ella”.

Nunca debemos de renegar,
el legado de la vida,
sabiduría y respeto,
“y con cariño devolvemos el legado de la vida”.

Hoy en este día,
valoremos a quién tengamos en vida,
que cuando cambian de vida,
“los remordimientos no se olvidan”.

La vida es solamente una,
vívela siempre valorando,
quien te ayuda a superarte,
“en la otra vida jamás podrán ayudarte”.

Miguel de la Mancha
(poeta y escritor)