«Bajo la cobija»



En una noche fría,
cuando en viento soplaba,
sentía como llovía,
pero no me mojaba.

No me podía mojar,
porque estaba acompañado,
contigo en la cama,
estábamos bien cobijados.

Cobijados bien pegaditos,
para darnos calorcito,
cuerpo a cuerpo,
los dos bien cobijaditos.

Los dos en la cama,
sintiendo la tentación,
por confidente el diablo,
incitando a la pasión.

Una pasión que sentimos,
cuando a la ves nos necesitamos,
para poder calentarnos,
debemos de juntarnos y pegarnos.

Pegarse como el metal.
atraído por el imán magnético,
con esa fuerza natural,
que nos obliga a estar junticos.

Obligados al liberar,
nuestra mente cuando siente,
indefensa por el deseo,
cuando se pone ardiente.

Ardiente se pone,
nuestra piel erizada,
con el mínimo roce,
bajo la cobija tapada.

Una cobija confidente,
al sentir que el ambiente,
por causa de la lluvia,
nos une para sentirnos calientes.

Nos sentimos calientes,
al estar bien pegados,
cuando nuestros cuerpos,
se sienten bien cobijados.

“Con el sonido de la lluvia se siente más sabroso en la colaboración de la cobija siendo para nosotros nuestro mejor confidente”.

Miguel de la Mancha